La gran capacidad de disminuir la congelación del agua hacen que la sal (cloruro sódico) sea el producto más económico y efectivo para combatir la acumulación de nieve y las deslizantes placas de hielo en carreteras y ciudades. Sin embargo, en países con nevadas muy abundantes como Estados Unidos, Canadá, Alemania, Finlandia, Suecia o Austria, la utilización de la sal se ha reducido o eliminado por completo debido a que muchos expertos afirman que puede ocasionar riesgos medioambientales: impactos sobre el suelo, el agua y algunas especies especialmente sensibles.
Algunos estudios han demostrado que la sal puede incrementar la acidez del agua, provocando efectos similares a los de la lluvia ácida. Además de dañar a plantas y algunas clases de anfibios. Ante esta situación una alternativa es la salmuera (sal disuelta en agua) mezclada con arena, con lo que se consigue que los neumáticos se agarren más al suelo y no patinen con el hielo.
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